Son dos interesantes actas las que nos ofrecen los datos necesarios para identificar el origen de esta Dolorosa. El primero tiene fecha de 29 de enero de 1945. En él, la Abadesa Sor Mercedes del Castillo, relata la visita de unos señores “conocidos de la casa” que tenían la intención de comprar dicha talla que donó a la Comunidad Dolores Torres de Agrela, que residió en este convento pese a su condición de laica. El mismo documento la define con el título que habitualmente tenían estas mujeres: “señora de piso”. El asunto se somete a votación secreta y se aprueba por unanimidad su venta. La intención de los compradores era “hacerle una capilla en la Parroquia de San Cecilio y ponerla a la veneración de los fieles”, al mismo tiempo que ellos donaban a las religiosas otra imagen de la Virgen.
El segundo documento ya formaliza la compra y está fechado el 3 de marzo del mismo año. Se reflejan en él tres tasaciones. Una efectuada por el alcalde, Antonio Gallego Burín, que la valoraba en 2.000 pesetas, otra de Rafael Campos que fija la cantidad en 2.500 pesetas y la tercera realizada por el periodista Marino Antequera que lo hacía en 3.000, pero añade que se pidan cinco “por ser capricho” Este fue el precio que finalmente se pagó por los hermanos de los Favores y el destino, según se recoge en este documento fue “gastarlas en reformar la Iglesia”.
La Virgen parece que tenía originalmente las manos entrelazadas y se le cambiaron por las que realizara Martínez Olalla para la Dolorosa que fue sustituida por ésta. Quizá este cambio de manos se realizaría en una elemental intervención de la imagen, que hicieron los hermanos Romero, y que consistió en ponerle más altura al candelero desde la cintura, ya que las parte superior estaba tallada (17).
Iconografía: Representa la Virgen dolorosa en el momento después de la Crucifixión. La posición de la cabeza es recta con una ligera e inapreciable inclinación hacia su derecha. Los ojos son de cristal y su mirada es baja, dirigida al suelo. Lleva pestañas postizas y seis lágrimas, tres en cada mejilla, dos de ellas partiendo de los respectivos lagrimales. Boca entreabierta y dientes superiores tallados, la posición de las manos extendida, reflejando en su rostro la ternura del dolor contenido, con cejas arqueadas que confluyen en un entrecejo pronunciado. El candelero es de base ovalada, con seis listones que arrancan de la cadera, realizado en madera de cedro.
Se le conocen tres restauraciones, realizada la primera tras su adquisición para adaptarle nuevo candelero, por Eduardo Espinosa Alfambra. Posteriormente en 1969 se le confiere a Aurelio López Azaústre quien le vuelve a cambiar el candelero tras el incendio de San Cecilio, y le confecciona nuevas manos. La última, ya indicada, en 1992 por el sevillano Bonilla Cornejo que en 2022 le realiza limpieza e intervención conservativa.
Fue Coronada Canónicamente el 20 de Mayo de 2007, en la Santa Iglesia Catedral de Granada, por el Arzobispo de Granada, Monseñor Francisco Javier Martínez.