Después, la hermandad volvió a hacer estación ante la Patrona de Granada en su Basílica de la Carrera del Genil, consiguiendo que su Real Hermandad le abriera las puertas del templo para que el paso del Cristo de los Favores, llegara hasta el presbiterio, orando la hermandad ante la imagen de la Virgen de las Angustias. Desde allí, fue por el Salón y Paseo de la Bomba, para subir la Cuesta de Escoriaza y entrar en el Realejo por la Calle de los Molinos, desde la que accedió al Campo del Príncipe y a su templo de San Cecilio.
Ya en esos primeros años participaban en la procesión mujeres vestidas de mantilla con traje largo, como excepción y a pesar de no tener aún titular mariana, y que las mujeres no se admitían como participantes en las procesiones de penitencia. El periódico La Publicidad nos da el testimonio de que, al menos ese año, salieron detrás del paso del Cristo alumbrando con velas. También, desde el primer año iban tras él grupos de devotas de la imagen, haciendo estación de penitencia, costumbre que se ha preservado hasta nuestros días.
Después de 1931 no volvió a salir a la calle la hermandad, hasta finalizada la Guerra Civil. Como he relatado en mis publicaciones sobre la historia de nuestras hermandades de penitencia, solo se celebró por las cofradías granadinas un Vía Crucis en la tarde del Viernes Santo de los años 1932, 1933 y 1934, que se realizó por el interior de las naves de la Catedral. En dicho Vía Crucis se procesionó en 1932 al Crucificado de la Sacristía de la Catedral, que entonces se atribuía a Martínez Montañés, aunque hoy está desechada esa atribución para asignarse a los Hermanos García. El Viernes Santo siguiente, el de 1933, se procesionó en el Vía Crucis al Cristo de la Esperanza, imagen del escultor Pablo de Rojas, que se venera en la sala de beneficiados del Templo Metropolitano, y que fue en el paso de la Virgen de las Angustias de la Alhambra, y, en 1934, al Cristo de la Misericordia del Silencio, del insigne escultor José de Mora.
Las circunstancias políticas y sociales determinaron a decidir la celebración de estos actos internos ante el temor de algún tipo de atentado. Ya el día 19 de octubre de 1931 la iglesia de San Cecilio sufrió un atentado con un artefacto casero que explosionó en cabecera del templo y ocasionó desperfectos en el paso del Cristo, los enseres parece que se guardaban en el convento de las Comendadoras de Santiago. En los siguientes años, se incendiaron en Granada, especialmente en el Albaicín, varios templos. Asimismo, algunas cruces callejeras fueron derribadas (Cruz de la Rauda, Cristo de las Lañas, las del Vía Crucis del Sacromonte…etc.), aunque el monumento al Cristo de los Favores no sufrió ningún atentado, quizá tan señera devoción entre la clase popular lo libraría de ello.
El temor a la inseguridad, generalizado en las juntas de gobierno de las hermandades, hizo que en esos años se suspendieran los actos de culto, quedando aquellas un tanto paralizadas. No obstante, en 1932 y 1933, se celebra, aunque con algún incidente poco importante, el Ejercicio de las Cinco Llagas del Viernes Santo, ante el monumento del Cristo de los Favores, que siguió siendo multitudinario.
En 1935, sí hubo Semana Santa con procesiones. Al haber ganado las elecciones la coalición, llamada moderada, del Partido Republicano de centro derecha y la CEDA de Gil Robles (derecha Católica), se aplacó el temor a disturbios antirreligiosos y las hermandades salieron a realizar sus estaciones de penitencia, a excepción de la del Silencio y la de los Favores. Ésta se encontraba desorganizada y sin cultos, según el periódico El Noticiero Granadino, y en un barrio, como el Realejo, considerado de cierta conflictividad; lo mismo le ocurría a la del Cristo de la Misericordia del Silencio. El único Crucificado que procesionó fue el de la Cofradía de los Escolapios, que se fundó ese año, procesionando al Cristo de la Sangre de la iglesia de San Ildefonso.
En el verano de 1935, da señales de vida la hermandad, poniéndose en contacto con la Federación de Cofradías el secretario de la cofradía, Hipólito Llanes Mariscal, para comunicar la reorganización de la hermandad, que había estado en los últimos años desaparecida (10). Ese año había celebrado el Quinario al Cristo en el mes de enero, peros meses después estalla la Guerra Civil; la convivencia nacional se hizo imposible, para dar lugar a uno de los episodios más cruentos de la historia de España, que parece, no pudo ni supo resolver y evitar una clase política mediocre.
En aquella situación bélica y aunque en Granada mandaba el llamado bando nacional, las circunstancias aconsejaron a la autoridad militar suspender la procesiones de Semana Santa, a pesar de que la Federación trató de que se celebrara una única procesión de Santo Entierro o el Vía Crucis de la Catedral. La única manifestación pública religiosa fue el acto de las tres de la tarde del Viernes Santo ante el Cristo de los Favores, al que acudieron más de 15.000 personas. También, se celebró un Quinario y Función al Cristo y a Ntra. Sra. de la Salud, principal devoción mariana de la iglesia de San Cecilio, por el cese de la guerra el 9 de abril de 1937 y una Misión de rogativa por el mismo motivo en abril de 1938 (11).
En dicho año, el día 22 de mayo, se organiza la junta de gobierno de la hermandad, y en el libro de socios aparece como hermano mayor, don Ramón Saiz-Pardo Fernández, con domicilio en el Carmen de los Catalanes, cerca del Hotel Alhambra Palace, firmando dicho libro el secretario don Hipólito LLanes Mariscal. Por el mismo libro podemos conocer los que pudieron formar la junta de gobierno, como Agustín Pacetti Siles, Augusto José de Barros, José Sancho Urquijo, José Medina Rosales, José Ramos Ramírez, vicesecretario, tesorero, vicetesorero, albacea y vicealbacea, respectivamente, y los seis mayordomos: Manuel García Quemada, el escultor Eduardo Espinosa Cuadros, Luis Quero Ballesteros, Francisco Carrasco Jáimez, Emilio Quero Ballesteros y José María Nestares Cuéllar.