Historia

La fundación de la actual Hermandad de Penitencia

Esta ceremonia del Viernes Santo se convertirá en multitudinaria y en uno de los actos más significativos y relevantes de la Semana Santa Granadina. Semana Santa popular antigua, puesto que desde el siglo XVI al XIX numerosas hermandades de penitencia surcaban en sus estaciones de Semana Santa las calles de la ciudad. También, es una Semana Santa moderna, en cuanto que a raíz de la celebración, desde 1909, de la procesión del Santo Entierro, llamado «Antológico», comienzan a fundarse hermandades penitenciales actuales, reavivando los rescoldos de la memoria popular, para dotar a Granada de una nueva Semana Santa, cuyas antiguas hermandades se habían perdido en su casi totalidad por los avatares del tiempo y de su historia.

Ese nuevo impulso que el párroco, don Ulpiano Montoro Ramírez, se propuso dar a la devoción al Cristo de los Favores, se complementará con la fundación de una hermandad de penitencia, de la que será titular, unos años después, en 1928. Eran los años veinte una década fructífera en la fundación de estas hermandades y una devoción como la del Crucificado de los Favores no podía quedar ajena a esta oleada de fundaciones, cuando deja de funcionar aquella corporación de devotos y eclesiásticos, que desde 1883 habían organizado los cultos a las imágenes de los Crucificados de la iglesia y del Campo del Príncipe.

Documentalmente oscuro está el periodo fundacional de la hermandad de penitencia, por el extravío de los libros de esta corporación de nazarenos, debiendo de recurrir a otras fuentes indirectas. En la fundación de la hermandad de penitencia planeó un hecho conflictivo, que tuvo su origen en la Hermandad de Nuestra Señora de las Angustias de Santa María de la Alhambra; este hecho parece que influyó en la fundación de la hermandad de penitencia del Stmo. Cristo de los Favores, continuadora de aquella hermandad que le dio culto desde finales del siglo XVII y de la congregación que se fundó en 1884.

En la citada cofradía alhambreña surgieron en el verano y otoño de 1928 determinados conflictos, que llevaron a la dimisión de su hermano mayor, Felipe Campos de los Reyes, dimitiendo con él, el mayordomo, Juan Carnicero Echevarría, así como, el secretario de la hermandad, Pedro Rodríguez Quero, y el vicesecretario, Sr. López Vellido, más algunos otros. Después, estando dimitidos, el día 16 de diciembre de ese año, convocan una junta de la hermandad en la que se nombra nuevamente hermano mayor al Sr. Campos de los Reyes.

La irregularidad de estos hechos hizo intervenir a la autoridad eclesiástica para anular los acuerdos de esa junta, decretando que se había realizado con desconocimiento de dicha autoridad, de la mayor parte de los hermanos y de la junta de gobierno. A resulta de estos acontecimientos los protagonistas de los mismos tuvieron que dejar la Hermandad de Santa María de la Alhambra. Sin embargo, algunos de ellos, aparecen ese mismo año en la fundación de la penitencial del Cristo de los Favores.

Lo más probable, es que dicha fundación se viniera gestando desde 1924 por algunos devotos del Cristo, como Antonio Villalobos Gómez, José Alcaide Gallego, Francisco Antonio Arcas…etc., que fundarán dicha hermandad de penitencia el día 26 de noviembre de 1928, y cuyas reglas fueron aprobadas por la autoridad eclesiástica el día 13 de diciembre de dicho año, durante el arzobispado del Cardenal Casanova y Marzol.

Curiosamente, en el artículo primero de los estatutos se decía que la finalidad primordial de la Cofradía era dar culto a la imagen del Santísimo Cristo de los Favores, que se venera en la iglesia parroquial de San Cecilio, por lo que se fundaba con dicha imagen como titular y venerada, también, por la antigua hermandad del Cristo, y no la de tan ancestral devoción, como era la del Monumento del Campo del Príncipe. Quizá, en el pensamiento de los fundadores estaba proseguir la devoción ancestral al Cristo de los Favores, para concretarlo en la imagen de la iglesia de San Cecilio, que era procesionable y susceptible de cultos internos. Y, efectivamente, fue la primera imagen con la que realizó sus estaciones de penitencia.

La junta directiva de la cofradía se elegía entre los 100 hermanos fundadores de la misma, existiendo cinco categorías de miembros de la hermandad: fundadores, activos, honorarios, protectores y adoradores. En esos momentos, se nombró como hermano mayor interino al párroco de San José, don Pedro Ruiz de Valdivia, que era, asimismo, el consiliario de la hermandad. El párroco de San Cecilio, don Ulpiano, quizá no viera oportuno participar en la cofradía, por ser hermano mayor honorario de la cofradía de la Alhambra, de la que procedían algunos fundadores de la de los Favores.

Unos días estuvo como hermano mayor interino el párroco de San José, Pedro Ruiz de Valdivia, nombrándose como efectivo al cónsul inglés en Granada, el Sr. Lavadge Davenhill, con residencia frente al Hotel «Alhambra Palace», siendo vecino, por tanto, de la parroquia. Curiosidad de la que no sabemos los motivos, y que, también, ostentó el cargo por solo unos días, dimitiendo, obviamente, a finales de diciembre de 1928. El 30 de dicho mes lo sucede Pedro Rodríguez Quero, el que fue disidente en la Cofradía de Santa María de la Alhambra, y que sólo estuvo en el cargo unos meses. Quizá, por ese motivo, no fuese visto con agrado el nombramiento por el arzobispo, Cardenal Casanova, eligiéndose en su lugar a Miguel González Caro (7).

Este hermano mayor y su junta prepararon la primera salida penitencial de la hermandad, parte de cuyo costo se realizó con una cuestación pública tendente a sufragar el gasto del paso del Cristo, con aportaciones de algunos próceres de la cuidad, como los Sres. Rodríguez-Acosta y el Duque de San Pedro de Galatino, que dio 500 pesetas, cantidad importante para la época.

Unas de las primeras manifestaciones públicas de la hermandad de penitencia fue la realización de una procesión de culto a las Cinco Llagas y un Vía Crucis, que se repetirá cada viernes, y que llegó hasta el monumento del Cristo en el Campo del Príncipe, en recuerdo del culto ancestral que se le daba a esta imagen del siglo XVI por la antigua hermandad del Cristo. También, la hermandad fue admitida en la Federación de Cofradías el día 4 de marzo de 1929, antes de realizar su estación de penitencia, pues entonces no existía el requisito de haber realizado ésta para ser admitida en dicha Federación.

Las primeras estaciones de penitencia

Solo unos meses habían transcurrido desde la aprobación de sus reglas y la cofradía estaba dispuesta a realizar su estación de penitencia, que tuvo lugar el Martes Santo, día 26 de marzo de 1929. Dicha estación la realizó con el Crucificado de los Favores de la iglesia de San Cecilio, del que el erudito, don Manuel Gómez Moreno, ya decía en 1892, en su Guia de Granada, que «era del tipo de los de Rojas».

Para procesionarlo, se diseñó por el afamado pintor Gabriel Morcillo (1887-1973), un paso en el que se imitaba al monumento del Cristo de los Favores del Campo del Príncipe, reproduciendo la cruz en madera con su basamento en forma de concha y la reja de forja que rodea el monumento con sus faroles. El diseño de dicho paso fue realizado por el joven escultor granadino Antonio Martínez Olalla (1907-1984). Era un paso que se planteó sobre unas amplias andas cuadradas, para ser sostenidas por cuatro varales externos, que descansaban sobre horquillas portadas por dieciséis hombres de trono vestidos con hábito y toca a la egipcia. Estas andas o paso se utilizaron previamente por la cofradía antes de su salida penitencial, para realizar el altar de cultos del triduo que se le dedicó a la imagen los días anteriores a la procesión, y en cuya función, celebrada el Domingo de Ramos, se bendijeron el paso y el estandarte de la hermandad, actuando como padrinos, don Pedro Barrajo Carrillo de Albornoz y su esposa, María Paula Montes Collado.

La cofradía de penitencia deseó dar un carácter severo a la procesión, concibiéndola en estos primeros años como una hermandad de silencio. Ello, se había previsto en el Reglamento de la Procesión, unido a las Reglas, y que la estación de penitencia se realizaría a la una de la madrugada del Viernes Santo, cosa que le sería denegada, por la autoridad eclesiástica, seguramente, porque el Cardenal Casanova había prohibido las procesiones a horas tardías, a excepción de la del Cristo del Silencio. La cofradía hubo de rectificar en ese sentido su reglamento, rectificación aprobada el 19 de febrero de 1929. Por tal circunstancia se le señaló a la hermandad como día de salida el Martes Santo, detrás de la Cofradía del Santo Vía Crucis. Con ello, quedaría abortada una incipiente madrugada granadina con más de una hermandad.

Pero el carácter de hermandad de silencio, previsto en sus estatutos, con el que nació la Cofradía de los Favores, lo quiso conservar en esa primera estación de penitencia y las siguientes, realizando su salida a las 23:30 horas. La hermandad hizo su estación de penitencia sin música, solo con el acompañamiento de un tambor destemplado al inicio de la comitiva; también, esa austeridad se reflejaba en los hábitos de color morado y capillo negro de los nazarenos y capa negra en los mayordomos y bastoneros, prohibiéndose que los nombres de los cargos directivos de la hermandad aparecieran en medios de publicación.

La impronta de severidad que presento, desde años antes, la Hermandad del Cristo de la Misericordia (Silencio) contagió a algunas cofradías, como esta de los Favores. Parece que influyó en dotar de esa severidad los directivos que procedían de la Hermandad de las Angustias de la Alhambra, y que salieron de esta cofradía por no agradarles la impronta externa de esplendor y riqueza, que le dio su «diseñador», el artista Luis de Vicente (hábitos y enseres suntuosos, músicas y uniformes de gala en la banda de cornetas y tambores con soldados a caballo, que precedía a la hermandad alhambreña, además de la parafernalia de bengalas y otras luminarias en parte de su recorrido). Si bien, hay que recordar que esta hermandad de la Alhambra tenía esa tradición de exuberancia festiva desde el siglo XIX, en sus procesiones del mes de septiembre por el recinto nazarita.

A pasar de la hora tardía de la primera salida procesional, una muchedumbre inundaba las calles del itinerario, que fue muy extenso, ya que se dirigió la hermandad, desde el Campo del Príncipe a la calle de Molinos y Vistillas de los Ángeles, descendiendo por la Cuesta de Escoriaza a los Paseos de la Bomba y del Salón, para hacer parada o estación en la Basílica de la Patrona de Granada, la Virgen de las Angustias; de ahí, subió por la Carrera y Puerta Real a la Calle de Mesones, Plaza de la Trinidad, Capuchinas, Cárcel Baja, Gran Vía, Reyes Católicos y calle de la Colcha, por la que se entraba en su barrio, El Realejo. En esta época la Gran Vía se veía taponada por el antiguo edificio de Correos, que ocupaba el solar de lo que hoy es Plaza de Isabel la Católica. Allí, en su barrio, recorrió Pavaneras, Santa Escolástica, Placetas de Fortuny y Realejo, calle de Molinos al Campo del Príncipe y San Cecilio, donde llegó a mitad de la madrugada del Miércoles Santo.

El periódico, El Defensor de Granada, comentó al día siguiente que fue «Un severo desfile, muy ordenado y piadoso por lo que pueden estar muy satisfechos (…)». También, relataba que a la procesión acudieron los ediles García Batlle y Sánchez Molina, así como, el capitán del Regimiento «Córdoba 10», don Valeriano Carvajal, que presidió la procesión, cuyo paso lo dirigía el hermano mayor, como era costumbre en las cofradías de aquella época.

Todavía, quedaba a la hermandad participar en la Semana Santa en el acto de Adoración a las Cinco Llagas, de las tres de la tarde del Viernes Santo, ante el monumento del Cristo de los Favores del Campo del Príncipe, acto que ofició el párroco de San Cecilio, don Ulpiano Montoro, y la hermandad lo acompañó desde San Cecilio, llevando la cruz alzada y su estandarte, acompañados de la capilla de música sacra del Maestro Vidal. También, la hermandad asistió ese año a la procesión del Señor Resucitado, que salió de la iglesia de Santa Ana por la noche del Domingo de Resurrección (8).

En la Semana Santa de 1930 la hermandad volvió a salir el Martes Santo, día 16 de abril, a las 23:30 de la noche y se desarrolló esa segunda estación de penitencia en silencio y en forma semejante a la anterior. Parece que ese año se repartieron los hábitos en la casa del secretario, Eduardo Esteban, en la Carrera del Genil nº 46.

No sabemos con certeza si el hermano mayor, Pedro Rodríguez Quero, que la hermandad habría elegido una vez superados los inconvenientes para su nombramiento con el fallecimiento del Cardenal Casanova en 1930, seguía ostentado este cargo, parece que todavía lo desempeñaba en 1931, pues hay datos de su asistencia a las sesiones de la Federación de Cofradías en ese año, a las que solo podían asistir los hermanos mayores, aunque este precepto no siempre se cumplía.

Lo que parece más probable es que, ante la prohibición arzobispal, Rodríguez Quero desempañara el cargo de hecho, no oficialmente, y de forma esta última forma lo hicieran otros, como Narciso Jiménez o un cofrade llamado Villalobos, que asistían a las sesiones de la Federación, como representantes de la hermandad.

De manera parecida, también, transcurrió la estación de penitencia del Martes Santo de 1931, último año en que salieron las cofradías granadinas por los sucesos anticlericales, con atentados a algunas iglesias y conventos, que sobrevinieron a partir de ese año, tras la proclamación de la II República en abril de 1931. La Semana Santa se celebró a principios de dicho mes con normalidad y el Martes Santo salió la Hermandad del Cristo de los Favores, adelantando su salida a las diez de la noche, quizá para que la pudiera presenciar en su estación de penitencia el Infante don Jaime de Borbón en su visita a Granada, en representación de sus padre, el Rey Alfonso XIII, que era hermano mayor honorario de la Cofradía de la Santa Cena, y en la procesión de la Esperanza el Lunes Santo, quedándose en Granada hasta el Miércoles Santo.

Ese año (1931) no realizaría la hermandad el extenso itinerario de los años anteriores, antes descrito. Lo realizó, también, de forma inversa a los dichos años, es decir, fue directamente al centro de la ciudad por las calles de Santa Escolástica, Pavaneras y Colcha, llegando a Plaza Nueva y Elvira, y por la de Almireceros entró en la Gran Vía para encontrar de frente el edifico de Correos, donde en uno de sus balcones esperaba el Infante don Jaime y las autoridades granadinas (entonces no existía tribuna oficial). Se paró el paso del Cristo y dejaron la procesión dos mayordomos (seguramente el hermano mayor y el mayordomo mayor), acompañando al Administrador Apostólico de la diócesis, don Lino Rodrigo Ruesca, Obispo de Tabbora, para imponer al Infante la medalla de la hermandad, que agradeció la deferencia y dijo sentirse orgulloso de «pertenecer a tan piadosa Asociación» (9)

Altar de Cultos. Revista Reflejos 1929

Después, la hermandad volvió a hacer estación ante la Patrona de Granada en su Basílica de la Carrera del Genil, consiguiendo que su Real Hermandad le abriera las puertas del templo para que el paso del Cristo de los Favores, llegara hasta el presbiterio, orando la hermandad ante la imagen de la Virgen de las Angustias. Desde allí, fue por el Salón y Paseo de la Bomba, para subir la Cuesta de Escoriaza y entrar en el Realejo por la Calle de los Molinos, desde la que accedió al Campo del Príncipe y a su templo de San Cecilio.

Ya en esos primeros años participaban en la procesión mujeres vestidas de mantilla con traje largo, como excepción y a pesar de no tener aún titular mariana, y que las mujeres no se admitían como participantes en las procesiones de penitencia. El periódico La Publicidad nos da el testimonio de que, al menos ese año, salieron detrás del paso del Cristo alumbrando con velas. También, desde el primer año iban tras él grupos de devotas de la imagen, haciendo estación de penitencia, costumbre que se ha preservado hasta nuestros días.

Después de 1931 no volvió a salir a la calle la hermandad, hasta finalizada la Guerra Civil. Como he relatado en mis publicaciones sobre la historia de nuestras hermandades de penitencia, solo se celebró por las cofradías granadinas un Vía Crucis en la tarde del Viernes Santo de los años 1932, 1933 y 1934, que se realizó por el interior de las naves de la Catedral. En dicho Vía Crucis se procesionó en 1932 al Crucificado de la Sacristía de la Catedral, que entonces se atribuía a Martínez Montañés, aunque hoy está desechada esa atribución para asignarse a los Hermanos García. El Viernes Santo siguiente, el de 1933, se procesionó en el Vía Crucis al Cristo de la Esperanza, imagen del escultor Pablo de Rojas, que se venera en la sala de beneficiados del Templo Metropolitano, y que fue en el paso de la Virgen de las Angustias de la Alhambra, y, en 1934, al Cristo de la Misericordia del Silencio, del insigne escultor José de Mora.

Las circunstancias políticas y sociales determinaron a decidir la celebración de estos actos internos ante el temor de algún tipo de atentado. Ya el día 19 de octubre de 1931 la iglesia de San Cecilio sufrió un atentado con un artefacto casero que explosionó en cabecera del templo y ocasionó desperfectos en el paso del Cristo, los enseres parece que se guardaban en el convento de las Comendadoras de Santiago. En los siguientes años, se incendiaron en Granada, especialmente en el Albaicín, varios templos. Asimismo, algunas cruces callejeras fueron derribadas (Cruz de la Rauda, Cristo de las Lañas, las del Vía Crucis del Sacromonte…etc.), aunque el monumento al Cristo de los Favores no sufrió ningún atentado, quizá tan señera devoción entre la clase popular lo libraría de ello.

El temor a la inseguridad, generalizado en las juntas de gobierno de las hermandades, hizo que en esos años se suspendieran los actos de culto, quedando aquellas un tanto paralizadas. No obstante, en 1932 y 1933, se celebra, aunque con algún incidente poco importante, el Ejercicio de las Cinco Llagas del Viernes Santo, ante el monumento del Cristo de los Favores, que siguió siendo multitudinario.

En 1935, sí hubo Semana Santa con procesiones. Al haber ganado las elecciones la coalición, llamada moderada, del Partido Republicano de centro derecha y la CEDA de Gil Robles (derecha Católica), se aplacó el temor a disturbios antirreligiosos y las hermandades salieron a realizar sus estaciones de penitencia, a excepción de la del Silencio y la de los Favores. Ésta se encontraba desorganizada y sin cultos, según el periódico El Noticiero Granadino, y en un barrio, como el Realejo, considerado de cierta conflictividad; lo mismo le ocurría a la del Cristo de la Misericordia del Silencio. El único Crucificado que procesionó fue el de la Cofradía de los Escolapios, que se fundó ese año, procesionando al Cristo de la Sangre de la iglesia de San Ildefonso.

En el verano de 1935, da señales de vida la hermandad, poniéndose en contacto con la Federación de Cofradías el secretario de la cofradía, Hipólito Llanes Mariscal, para comunicar la reorganización de la hermandad, que había estado en los últimos años desaparecida (10). Ese año había celebrado el Quinario al Cristo en el mes de enero, peros meses después estalla la Guerra Civil; la convivencia nacional se hizo imposible, para dar lugar a uno de los episodios más cruentos de la historia de España, que parece, no pudo ni supo resolver y evitar una clase política mediocre.

En aquella situación bélica y aunque en Granada mandaba el llamado bando nacional, las circunstancias aconsejaron a la autoridad militar suspender la procesiones de Semana Santa, a pesar de que la Federación trató de que se celebrara una única procesión de Santo Entierro o el Vía Crucis de la Catedral. La única manifestación pública religiosa fue el acto de las tres de la tarde del Viernes Santo ante el Cristo de los Favores, al que acudieron más de 15.000 personas. También, se celebró un Quinario y Función al Cristo y a Ntra. Sra. de la Salud, principal devoción mariana de la iglesia de San Cecilio, por el cese de la guerra el 9 de abril de 1937 y una Misión de rogativa por el mismo motivo en abril de 1938 (11).

En dicho año, el día 22 de mayo, se organiza la junta de gobierno de la hermandad, y en el libro de socios aparece como hermano mayor, don Ramón Saiz-Pardo Fernández, con domicilio en el Carmen de los Catalanes, cerca del Hotel Alhambra Palace, firmando dicho libro el secretario don Hipólito LLanes Mariscal. Por el mismo libro podemos conocer los que pudieron formar la junta de gobierno, como Agustín Pacetti Siles, Augusto José de Barros, José Sancho Urquijo, José Medina Rosales, José Ramos Ramírez, vicesecretario, tesorero, vicetesorero, albacea y vicealbacea, respectivamente, y los seis mayordomos: Manuel García Quemada, el escultor Eduardo Espinosa Cuadros, Luis Quero Ballesteros, Francisco Carrasco Jáimez, Emilio Quero Ballesteros y José María Nestares Cuéllar.

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