Historia

Años 60 y 70

En el año 1960, las arcas de la Federación y de sus cofradías acusaron la merma que los anteriores y lluviosos años habían dejado, debido a la escasa participación del público en la ocupación de sillas y tribunas. La lluvia fue un factor más al que se unieron otros motivos para que parte de los granadinos dejaran de asistir a las procesiones y apuntarse a las hermandades; la novedad de la televisión a la que estaba accediendo cada vez más gente; las vacaciones de esa semana atraían a otras familias a las playas, las más dotadas económicamente; la escasez de ayudas por parte del Ayuntamiento y Diputación y del comercio e industria granadinos; el desinterés de aquellas familias de la burguesía y aristocracia granadina, que habían sido benefactores eficaces en las décadas anteriores…etc., constituían un cúmulo de factores que iba desencadenando paulatinamente la crisis en las cofradías de Granada.

Ese año la Federación había determinado acortar gastos, suprimiendo algunos de ellos, como el Cartel de la Semana Santa. Entonces el Sr. Carrasco Jáimez, hermano mayor de la Hermandad de los Favores, que a su vez era miembro de la junta de gobierno de la Federación, consiguió que el pintor Fernando Belda cediera gratuitamente uno de sus bocetos para ser el cartel de la Semana Santa. Dicho cartel fue litografiado por la litografía Ventura, también gratuitamente, a cambio de insertarlo con su publicidad en los programas y publicaciones de Semana Santa.

Esos años la noche del Jueves Santo constituía una madrugada de hecho, pues la hermandad que primero pasaba por la carrera oficial era la de los Favores, empezando a recorrerla a las doce de la noche, seguida de la de Santa María de la Alhambra y de la del Silencio. El recorrido de la hermandad se había acortado bastante, accediendo a la tribuna en esos años por la calle Jesús y María, San Matías y Navas.

La preocupación por una estética floral para adorno de sus pasos llevó a la cofradía en 1961 a adoptar para el paso del Cristo el calvario de compactos claveles rojos, compuesto por 200 docenas de esa flor, que se popularizaría en casi todos los pasos de Jesús. La Virgen de la Misericordia llevó ese año en su paso flores de azahar, rosas y claveles blancos. Todo ese exorno floral costó a la cofradía una cantidad próxima a las 30.000.- Ptas., cantidad importante para aquellos tiempos difíciles. No obstante, la hermandad era de las que menos acusaba los efectos de la crisis, lo que le permitió, en 1962, dorar de nuevo el paso del Cristo de los Favores, que había realizado Prados López. También, había proyectado realizar unos nuevos varales para el palio en orfebrería repujada, aunque para verlos realizados tuvo que esperar unos años.

Ese año de 1962, ya dentro de la madrugada, cuando la hermandad se iba a retirar hacia su barrio, antes de entrar en la calle de la Colcha, se dirigió hacia Plaza Nueva para realizar un encuentro entre la Virgen de la Misericordia y el Cristo de la Misericordia, el Silencio, cuando su hermandad se dirigía hacia la carrera oficial, y la de los Favores regresaba a su iglesia. Era la Plaza Nueva, como lo sigue siendo hoy, un lugar de concentración masiva de personas en la madrugada del Viernes Santo, y aquel “encuentro” causó un enorme apiñamiento de gente, que los guardias municipales a caballo apenas podían contener.
En el año 1964, tal vez, también, en 1963, se decide por la junta de gobierno de la Hermandad, que la Virgen vaya acompañada en su paso de palio por la imagen de San Juan Evangelista, el “discípulo amado de Jesús”. Esta imagen que ya en 1946 acompañó en el paso de palio a María Stma. de la Aurora, parece que fue costeada por Moisés Linares Martín, cofrade de la Aurora y comerciante de tejidos muy conocido, que tenía su establecimiento en Puerta Real, algo más abajo del Hotel Victoria, y fue realizada por Damián Villar, profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Granada, natural de Salamanca. La imagen había sido adquirida por el hermano mayor de los Favores, Francisco Carrasco Jáimez, en 1962 a la citada cofradía, por el precio de 16.000.-Ptas. (25). Parece que sólo se procesionó uno a dos años.

Por esos años, y desde 1957, era capataz del paso de la Virgen, Antonio Sánchez Osuna “Antoñín”, que animaba a aquellos costaleros profesionales con arengas, hoy populares, pero novedosas entonces en Granada, como la de Valientes, vamos con Ella al Cielo. También, en la Semana Santa de 1963 entusiasmaba a mucha gente el andar del paso de palio, que, como la mayoría, por no decir todos, lo hacían de forma suave de “costero a costero”, pero ese año el de la Virgen de la Misericordia se movía al mando de “Antoñín” de una cimbreante forma la gente empezó a llamarle “baile”; quizá sería la forma “gateada”, aunque algo más violenta al mecer el palio. Tal vez, ese mecido, que hoy veríamos algo exagerado, fuese la causa de que unos años después, en 1967, al llegar la Virgen a las puertas de la Catedral la corona se cayese al suelo, hecho al que contribuyó el peso de las joyas que en en la corona se ponían en ese tiempo.

Estas peculiaridades que adquirió la hermandad hacía que se agolpara el público, especialmente la juventud, en el Campo del Príncipe a la recogida de la cofradía en la madrugada del Viernes Santo, congregándose allí miles de personas, aplaudiendo y vitoreando a la “Greñúa”, apelativo popular de la Virgen de la Misericordia, que, como explicado, es el que reciben desde tiempo inmemorial los vecinos del Barrio del Realejo.

La madrugada de aquel año (1963), además, coincidió con el regreso al recinto nazarí por el Campo del Príncipe de la Hermandad de las Angustias de Santa María de la Alhambra, que venía detrás de la de los Favores, juntándose en dicho lugar ambas cofradías. Allí, bajo el Cruz del monumento al Cristo, se celebró otro “Encuentro” de la Virgen de la Alhambra con el Cristo de los Favores, cuyo paso esperó a aquella, junto a dicho monumento. Al llegar la Virgen de la Alhambra se rezó el Ejercicio de las Cinco Llagas, y, una vez finalizado, ambas cofradías subieron por la Cuesta de San Cecilio, siguiendo la de Santa María de la Alhambra por el Carril de San Cecilio hacia su iglesia en el recinto de los Palacios Nazaríes (26).

Los encierros de la hermandad se hicieron multitudinarios a partir de entonces, aunque, como suele ocurrir, y más en esa época, en aquellas aglomeraciones de juventud siempre surgían las gamberradas de algunos jóvenes, que tomaban el encierro de la hermandad como algo festivo y bullanguero. Estos hechos dificultaban el avance de la procesión, algo opuesto a su sentido penitencial, lo que empezó a preocupar a los directivos de la misma, que trató de buscarle remedio. No cabe duda, que el paso de la hermandad por el Campo del Príncipe, tenía un atractivo especial, sobre todo para la gente joven que cada año allí se agolpaba. Entonces, la cofradía en su recogida pasaba por el lateral derecho del Campo del Príncipe, plagado, como hoy, de bares populares, a cuyas puertas, salían “cantaores” de saetas a la llegada de cada imagen para obsequiarla con sus cantes desgarrados.

Con el tiempo, la hermandad logró, en gran medida, erradicar lo que se estaba convirtiendo en costumbre, consiguiendo, que no fuera tan atractivo su regreso para aquellos que verdaderamente no participaban del sentir cofrade, sino que acudían solo con ánimo bullicioso y festivo. Una de las medidas que parece que contribuyeron a ello fue el recorrer el Campo del Príncipe por un itinerario más corto, entrando en él por la calle Huete, obviando así el paso por la mayoría de los bares.

En 1965, la Virgen ya no fue acompañada por San Juan. Ese año, fue vestida de forma sencilla, con un tocado de tul blanco, en cuyo pecherín solo llevaba una daga, que le había donado José Choín, y sobre su cabeza se le puso la sencilla corona de capilla. El motivo parece que fue el haber fallecido la esposa del hermano mayor, Sr. Carrasco Jáimez.

En 1966, hizo la hermandad en su estación del Jueves Santo un itinerario inverso al de los años anteriores. Accedió al centro, por Pavaneras, Colcha, hacia Plaza Nueva y Elvira, para bajar por la calle de la Cárcel, a la plaza de la Catedral, Pescadería y Bibrambla. Siguió por Mesones, Puerta Real, Ganivet, Cuadro de San Antonio, Navas y tribuna del Carmen, para subir por Reyes Católicos y regresar a su templo por el mismo itinerario de salida, es decir, por la calle Pavaneras hacia el Realejo. Ese año, en aquel regreso, continuó por la calle de Molinos para visitar el Convento de los Ángeles, lugar que había acogido a la Virgen de la Misericordia durante tantos años. No sé si el motivo pudo ser que el año anterior se cumplieron veinte de la primera salida procesional de la imagen.

 

Misericordia 1963. Diario "Patria"

En la Semana Santa de 1968 el tiempo se presentó lluvioso, incluido el Jueves Santo, motivo por el que la hermandad retrasó su salida, iniciándola cuando la lluvia ofreció una tregua. Ese día, cuando la cofradía caminaba por la calle de la Colcha volvieron los chubascos y tuvo que regresar a su templo de San Cecilio. Volvían las lluvias y con ellas el duro golpe a las economías de las hermandades al quedar sillas y palcos sin ocupar.

Estas deficiencias económicas hicieron que el esplendor que había mantenido la cofradía se viera agrietado seriamente a finales de la década de los años sesenta del pasado siglo y en 1969 se manifestó en su forma más cruda. El hermano mayor, Sr. Carrasco Jáimez, comunicó a la Federación que ese año la hermandad haría estación de penitencia solamente con el paso del Cristo y con adorno florar muy austero (27). No obstante, el organismo cofrade convenció al Sr. Carrasco de que también se procesionara la Virgen de la Misericordia, y el Jueves Santo de ese año salió la hermandad con ambos pasos, aunque al de la Virgen le fue suprimido el palio, para rebajar peso y, por tanto, necesitar menos costaleros, cuyos salarios suponían un gravamen considerable para las cofradías.

El directivo, don Genaro de Haro, consiguió reunir 13.000.-Ptas., para el pago de los costaleros, que fueron bajo los pasos aquel año en número de 28, en el del Cristo, y 24, en el la Virgen. La flor del Señor de los Favores, que consistió en alhelíes combinados con ramaje, fueron un regalo de la Guardia Civil, y para el paso de palio de la Virgen se consiguieron unos claveles blancos, que fueron los que la Virgen del Rosario llevó el día anterior en la estación de su hermandad. Todo el resto de gasto de la salida procesional de aquel año se sufragó a prorrateo entre los miembros de la junta de gobierno, pues sólo la Federación pudo aportar la exigua cantidad de 14.000.-Ptas.

Sin manto y con solo doce cirios (simbolismo de los doce Apóstoles de Jesús) delante de la imagen fue como procesionó María Santísima de la Misericordia aquel Jueves Santo de 1969, en el que, como el año anterior, la cofradía tuvo que regresar a su templo desde la calle de la Colcha, por la lluvia que se presentó al transitar por ese lugar.

Esta situación de la hermandad al final de la década no era exclusiva, el resto de las cofradías sufría una situación semejante, que sería preludio de su gran crisis, que manifestó su virulencia en la primera mitad de los siguientes años setenta. La junta de gobierno y su hermano mayor sufrieron el peso de la situación, que unido a la insidia de algunos comentarios de ciertos sectores cofradieros, pudo ser el detonante de que el hermano mayor, Sr. Carrasco, presentara su dimisión en el cargo, después de veintidós años de su ejercicio, el más largo desde que se fundó la cofradía.

Incendio de la iglesia de San Cecilio

En octubre de 1969 se elige a don Isidoro García- Ligero Quero, hermano mayor de la hermandad, el que en sus primeros meses de mandato tuvo que afrontar otro suceso desastroso: el incendio de la iglesia de San Cecilio, sede de la cofradía.

La iglesia de San Cecilio, sede histórica de la hermandad primitiva y de la actual, arderá en la tarde del día 22 de diciembre de dicho año. A las tres de la tarde los vecinos de la cercana calle Parra Alta, Juan García y Juan Martos, alertaban de la salida de humo entre las tejas de tejado de la iglesia, hacia la capilla de la Virgen de la Salud, y parece que el párroco, don Crescencio Ruiz Millán, que estaba cerca del altar mayor no se había percatado del suceso. Avisado al directivo José Ibáñez por el joven Juan Carlos Quero, aquél lo puso inmediatamente en conocimiento de otros cofrades y de miembros de la junta directiva de la Hermandad de los Favores.

Acudieron vecinos y cofrades, que eludiendo el peligro de sus vidas, entraron en le iglesia para poner a salvo las imágenes de la cofradía. La del Cristo de los Favores, que estaba a los pies del templo, fue rescatada por los cofrades Alfredo Rosales Aróstegui, José Pérez García y Luis Aragón Rodríguez, que depositaron la imagen en casa del vecino Antonio Castellón. Las llamas estaban ya cerca de la Virgen de la Misericordia, que fue rescatada por el cofrade Cristóbal de la Torre, que sufrió algunas quemadura en su frente, depositándose la Virgen en la capilla del inmediato edificio del Hospital Militar (hoy Escuela Superior de Arquitectura) (28). Después el Vicario de la diócesis, don Manuel Casares, dispuso que las imágenes se trasladaran en un camión a la Catedral para ser depositadas, junto con la Virgen de Belén, en la capilla de la Virgen del Pilar. Otras imágenes de la iglesia se pudieron salvar gracias a la intervención rápida de los bomberos, como la primitiva imagen del Cristo de los Favores, San Cecilio, la citada Virgen de Belén y el Cristo de la Columna, ambas de Alonso de Mena, y la Virgen de la Paz. Todas sufrieron, en más o en menos medida, los efectos del calor y del humo, antes de depositarse casi todas ellas en el Hospital Militar.

No he encontrado referencias a otras dos imágenes que estaban en el templo: Nuestra Señora de la Salud, la devoción mariana histórica de la iglesia, y la Dolorosa que se llevaba, desde finales del siglo XIX, al monumento del Campo del Príncipe para el Ejercicio de las Cinco Llagas. La Virgen de la Salud, tuvo que desaparecer en el incendio, puesto que fue en el tejado de su capilla, que era la tercera de la 1zquierda, donde comenzó el incendio, que parece fue causado por un cortacircuito. La Dolorosa seguramente que también desapareció, si es que aún estaba en la iglesia en esa época.

Al Cristo de los Favores, una vez examinado por diversos expertos, como el catedrático Pita Andrade, el pintor López Vázquez y el escultor Aurelio López Azaustre, se decidió que se restaurara por éste último de los desperfectos causados en su policromía y defectos de fijación en su brazo izquierdo. López Azaustre aprovechó esta intervención para librar al paño de pureza del Cristo de los repintados realizados a lo largo del tiempo y devolverle su policromía original, que consiste en un dorado con estofa de motivos vegetales y geométricos. Finalizado el trabajo, la imagen se depositó en el Hospital de San Juan de Dios (posiblemente en su capilla), para, desde allí, hacer un traslado hasta la capilla de salida de la hermandad y subirla a su paso procesional para la Semana Santa de 1970. La restauración supuso un coste de 30.000.- Ptas.

La Virgen fue restaurada por el mismo escultor después de la estación de penitencia de 1970. La policromía original se había perdido por haberse descascarillado y López Azaustre tuvo que realizarla de nuevo. También le hizo nuevo el candelero en madera de cedro y se sustituyó en la parte del busto la tela encolada original, así como, se varió la disposición de la cabeza para restarle frontalidad y se le hicieron nuevas manos, que sustituyeron a las que realizó Martínez Olalla en 1945. También, le fue restaurada la corona por Antonio Vílchez, presea que realizó el orfebre Antonio Salazar en 1949. Vílchez le labra, también, una diadema con ráfaga, aprovechando una pulsera de oro y media libra esterlina en moneda.

Los años setenta. La crisis se profundiza

A pesar de la penuria económica y del incendio, la hermandad tuvo fuerzas para realizar unos nuevos varales para el palio (es muy probable que los tuviera encargados desde algunos años antes). Se fabricaron por la granadina Orfebrería Moreno Grados, en la Cuesta de Gomérez, que pudo lucirlos la Virgen por vez primera en la Semana Santa de 1970. Estos varales, que han cumplido cincuenta años son los que aún lleva la Virgen, aunque restaurados en el año 2000 por Manuel de los Ríos.

Nuevo “timbre” sevillanista se le añade al paso de palio en ese año (1970): la ejecución por José Gelo de unas velas rizadas para el bosque de cirios que va delante de la Virgen. Las había encargado el mítico directivo Francisco Muro, cuyo encargo se mantuvo en secreto, para conseguir la consiguiente sorpresa en la estación de penitencia de ese año; era lo que se llamaban los “gallos tapaos”. La Virgen salió esa Semana Santa con la diadema y sobre la peana que se utilizaba para el monumento del Santísimo.

Dado el estado de la iglesia después del incendio, las imágenes no pudieron llevarse a ese templo, pero no salieron del barrio sino que fueron acogidas después de Semana Santa en el convento de dominicas de Santa Catalina de Siena, cercano a la Cuesta del Realejo. Durante el tiempo de permanencia en la capilla de dicho convento (que fue de más de veinte años), el Cristo de los Favores presidió el presbiterio y la Virgen de la Misericordia estuvo bajo su cruz. Allí, la cofradía celebró sus cultos y funciones durante ese largo periodo y cada año, finalizados los cultos de Cuaresma, las imágenes eran llevadas en un solemne traslado hasta su capilla de salida, anexa a la iglesia de San Cecilio.

La hermandad comenzó a salir ese año (1970) en la tarde del Viernes Santo, día en el que lo ha hecho hasta ahora; era el deseado para su estación de penitencia desde la fundación de la hermandad, aunque, como se ha dicho, sus antiguas aspiraciones eran realizarla en la madrugada, no en la tarde. Ese año la imagen lució sus nuevos varales y una diadema realizada ese año por el orfebre Antonio Vílchez. Todo ello, lo luciría en un día lluvioso, en el que la hermandad tuvo que retrasar dos horas su salida, que era a las cinco de la tarde, hora casi inmediata a la concentración anual de las tres ante el Cristo de los Favores del Campo del Príncipe. Ese año, se iban a retransmitir por TV las procesiones de ese día, pero por el mal tiempo el Santo Entierro suspendió su salida y la Soledad regresó a su iglesia por los chubascos. Parece que tampoco se retransmitió la del Cristo de los Favores, ya que pasó por el itinerario oficial fuera del horario de la retransmisión, aunque acertó con retrasar la procesión, porque no le afectó demasiado la lluvia (29).

No obstante el mal tiempo y realizar las imágenes la procesión cubiertas con plásticos la gente acudió multitudinariamente al encierro de la hermandad, donde fueron cantadas más de quince saetas en su recorrido por el Campo del Príncipe, habiéndosele ya quitado los plásticos al Cristo y al manto de la Virgen.

No obstante, los actos de gamberrismo de algunos jóvenes aun se venían repitiendo en estos regresos de la hermandad, y que fueron especialmente significativos en la noche del Viernes Santo de 1973, de tal forma, que fueron mencionados en el informe anual de la Federación de Cofradías, que supuso que la hermandad tomara ciertas medidas para conseguir erradicarlos.

Pese a la crudeza de la crisis, en la que desaparecieron temporalmente las cofradías de la Buena Muerte (Ferroviarios) y la del Cristo de la Expiración (Escolapios), la Hermandad de los Favores mantenía un aparente esplendor, gracias a la valía y belleza de sus pasos y enseres, que se habían logrado, esencialmente, en las décadas anteriores y durante los mandatos de los hermanos mayores Arcas Carmona y Carrasco Jáimez.

En el año 1974 la Federación escogió como tema del Cartel de esa Semana Santa una fotografía obsequio del fotógrafo Torres Molina, que representaba al Cristo de los Favores del Campo del Príncipe en el acto de las tres de la tarde del Viernes Santo. No era aún corriente la fotografía como cartel anunciador, aunque algunos anteriores se había elegido esta modalidad. Era el segundo año, desde la creación del cartel, que se elegía como tema del mismo al Cristo de los Favores. La primera vez fue en 1968 con una composición fotográfica de Jupe y Choín, en la que se perfilaba la silueta del Cristo en su paso, delante de la Catedral.

El año 1975 será en el que la crisis de las cofradías granadinas -también el resto de Andalucía se padeció en mayor o menor medida- va a mostrar su rostro más adverso. Once de las diecinueve cofradías que entonces había (la de los Ferroviarios no salía desde 1970) decidieron no salir por escasez de recursos económicos, entre ellas, ésta de los Favores. Cercana la Semana Santa, algunas consiguieron reunir los suficientes medios para permitir una salida procesional con los indispensables gastos, y, finalmente, hicieron estación de penitencia trece cofradías, entre las que se encontraba la del Señor de los Favores y María Stma. de la Misericordia. La Hermandad de la Expiración (Escolapios), como había ocurrido antes con la de los Ferroviarios, siguió seis años más sin poder hacerlo.

A partir de ese año, poco a poco, comenzaría a remitir la crisis, que también tuvo muchos aspectos de cansancio rutinario y agotamiento de ideas; hermanos mayores y juntas de gobierno que duraban más de veinte años al mando de la cofradías provocaban dejadez, falta de iniciativas y de participación de nueva y joven savia cofrade. Sin existir una sana renovación se agotaban las ideas y, con ellas, las ilusiones y el desinterés por parte de los cofrades, que muchos de ellos pedían la baja en la hermandad, con lo que los recursos disminuían y los gastos seguían siendo los mismos o superiores, como era el caso del gasto de los costaleros profesionales, las flores y ceras en unos años en los que la inflación subía a más del 10% anual.

En 1977, también la hermandad cambia de hermano mayor, siendo elegido Cayetano Hernández Fossati. El anterior hermano mayor, Sr. García-Ligero había dimitido al negarse a cesar a dos miembros de la junta a petición de otros, queriendo evitar con ello posibles enfrentamientos en el seno de la hermandad, según él mismo manifestó en una entrevista en 2003, para la revista de la hermandad “Favores”.

Aquel año de 1977, ya se empezaban a percibir signos esperanzadores sobre la finalización de la crisis cofrade. Los granadinos se echaron a la calle aquella Semana Santa y los palcos de la tribuna y sillas se llenaron, así como, las calles del centro de la ciudad durante toda la celebración. La Hermandad de los Favores, pese a que se presentó un Viernes Santo lluvioso, la tregua que dio el tiempo por la tarde, permitió a la cofradía realizar su estación de penitencia con normalidad.

Misericordia 1976. Fot. Programa S. Santa 1976

En esos años setenta la hermandad seguía un itinerario casi sin variación, dirigiéndose hacia la Cuesta del Realejo, Plazas del Realejo y Fortuny, para girar a las calles Ancha de Santo Domingo y Jesús y María, San Matías, Navas, Tribuna del Carmen, Reyes Católicos, Plaza de Isabel la Católica, Pavaneras y Realejo, para entrar en el Campo del Príncipe por las calles de Molinos y Escuelas.

Sin especial ostentación la hermandad celebró en 1978 el L Aniversario de la fundación de la actual cofradía de penitencia, los medios no dieron para mayor boato, a pesar de que el tesorero, Genaro de Haro, hizo lo que en sus manos pudo para reunir fondos. Se celebraron los actos más imprescindibles, como fue la Función del Aniversario el día 19 de febrero y un triduo a los Titulares en los días 10 al 12 de marzo. Todos estos cultos se oficiaron en la capilla del convento de Santa Catalina de Sena, sede física y provisional de la hermandad en esos años.

De la junta de gobierno de Cayetano Hernández Fossati, algunas de las personas que la componían fueron protagonistas, con otros, del esplendor que después experimentó la hermandad, y que aún viven, afortunadamente muchos de ellos. De dicha junta formaban parte, Genaro de Haro, Domingo Fernández, Federico Olmedo, Juan y Carlos López Olea, Francisco Carrasco (hijo) Francisco Olmos, Francisco Ballesteros, José Ortiz, Emilio Hurtado, Antonio Sánchez Osuna, José Luis Barrales, José Ibáñez, Miguel Gálvez, Manuel Pérez, Antonio Nadales y Carlos Caro.

Ese año del Aniversario (1978) la hermandad padeció el chantaje de los costaleros profesionales, una de las causas que aquejaron a las cofradías, que exigieron en el momento de la salida de la procesión más emolumentos de los convenidos, y que la cofradía no tuvo más remedio que aceptar, para poder realizar la estación de penitencia. Ese problema se terminaría en los años siguientes con el surgir de las cuadrillas de costaleros “aficionados”, que no eran otra cosa que jóvenes entusiastas de la Semana Santa, que veían las dificultades de las hermandades con la problemática que planteaban los costaleros llamados “profesionales”.

El Aniversario también fue reconocido en el Cartel Oficial de la Semana Santa de 1978 con una instantánea de López Bracero del paso de palio de la Virgen de la Misericordia, editado por la Litografía Anel.

Ese año se cambia otra vez la Carrera Oficial, suprimiendo el paso por la calle de Reyes Católicos para ir hacia Bibrambla por la calle del Príncipe y, desde dicha plaza por la Pescadería y Marqués de Gerona llegar a las puertas de la Catedral, sin entrar en ella, por no haberlo autorizado el cabildo catedralicio. Constituía una forma de cierto simbolismo, para mostrar el deseo de las cofradías de hacer estación de penitencia en la Santa Iglesia Metropolitana.

Las dificultades planteadas por los costaleros profesionales determinó que la hermandad se planteara o, al menos, un grupo de hermanos y otros jóvenes simpatizantes, la formación de una cuadrilla de costaleros para portar los pasos de la cofradía. Otras cuadrillas se había o estaban formándose por aquel tiempo (Penas, Concepción, Santa Cruz, ésta con carácter independiente), que no se limitarían con sacar los pasos de su hermandad, sino que ayudarían en ese cometido a las hermandades que lo necesitaran. Los costaleros de la hermandad serán los que procesionen en 1979 el paso de María Stma. de la Misericordia, aunque el del Cristo de los Favores lo harán ese año los costaleros asalariados. Será al año siguiente de 1980, cuando se dé formalidad a la cuadrilla, que adoptará el nombre de “Costaleros de María Stma. de la Misericordia”, dirigidos por el capataz, José Carvajal y su hermano Eduardo.

En tiempos anteriores, aún con los costaleros asalariados, la costumbre era que los hermanos mayores o directivos de las hermandades dirigieran los pasos, en esta cofradía lo habían hecho Mariano Díaz de Tejada, Francisco Carrasco Jáimez, José Luis Barrales y, aunque no fue hermano mayor, Antonio Sánchez Osuna “Antoñín”.

Estos jóvenes costaleros volvían a añadir, por decisión adoptada en 1980, a la hermandad granadina de los Favores una característica más de las cofradías de Sevilla: la forma de la trabajadera para portar los pasos a costal. Fue una novedad en la Semana Santa de Granada y en el Viernes Santo de 1981 se llevó por vez primera en esa modalidad el paso de la Virgen de la Misericordia.

El deseo de introducir la modalidad del costal fue un revulsivo que contagió paulatinamente al resto de las hermandades granadinas, pese a fuertes reticencias, que han tardado en vencerse totalmente a lo largo de los siguientes cuarenta años. Hoy, generalizadamente, los pasos en Granada se llevan a costal, aunque ello tenga la contrapartida de haberse perdido la forma tradicional granadina de portarlos sobre hombros. Asimismo, para adquirir la técnica, los responsables de la cuadrilla de la Virgen de la Misericordia organizaron conferencias impartidas por peritos en la materia traídos de Sevilla, como Manuel Toro, de la Hermandad del Museo; Juan Carrero, de la Hermandad de la Penas de San Vicente; Luis León Vázquez, capataz de la Hermandad de la Macarena y de la del Amor…etc. (30).

En la Cuaresma de ese año, la hermandad recuperará el vía crucis con la imagen del Cristo, que antaño se empezó a realizar cada viernes desde 1929. Después, se perdió dicho vía crucis, para retomarlo en 1950, seguido del besapies, como se ha expuesto anteriormente en este trabajo, que se realizaba con la imagen antigua. En esta ocasión de 1981, se inicia otra vez este culto pasionista, para realizarlo por la calles de la feligresía, hacia la Antequeruela Alta o Mauror, con la imagen titular en posición horizontal y sobre los hombros de los costaleros y hermanos, vía crucis que se repite cada año hasta nuestros días.

Vía Crucis 1992

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