Historia

La Reorganización de la Hermandad a partir de 1884

A pesar de no contar con una hermandad organizada, la atención y devoción al Cristo de los Favores del monumento del Campo del Príncipe permaneció entre los vecinos del Realejo, aunque en 1836 hubo un intento de demolerlo. Por otra parte, parece que la imagen vicaria, que permanecía en la iglesia de San Cecilio, no recibía el culto debido en su capilla e, incluso, se desalojó de ella, al haber llegado a la iglesia con motivo de la Exclaustración algunas imágenes del cercano Convento de Belén, de mercedarios descalzos, como la de Ntra. Sra. de Belén y del Cristo de la Columna, que hubieron de ser alojadas en las capillas del templo.

Habrían de pasar varias décadas, y sobre el año 1881 se apreció un incremento de personas que acudían tarde y noche a postrase de rodillas ante la efigie del monumento, para implorar su Favores, haciendo ofrendas de cera y lámparas de aceite. Entonces, el cuidado del monumento del Cristo estaba a cargo de una piadosa mujer, que aseaba el lugar; éste se había convertido en aquellos primeros años ochenta en centro de una verdadera peregrinación, especialmente, en todos los viernes del año.

No podía quedar desapercibido este fenómeno de fervor al párroco de San Cecilio, don Manuel Maldonado, y a la autoridad eclesiástica, a lo que sirvió de resorte una carta dirigida al Arzobispo, don Bienvenido Monzón, firmada por 350 vecinos y devotos, entre los que se encontraban personas distinguidas de la ciudad, como el erudito don Manuel Gómez Moreno y don Antonio Afán de Ribera, que había sido alcalde de Granada. En ella, se hacía exposición de la creciente devoción a la imagen del Campo del Príncipe, no solo en Granada, sino, también, en los pueblos cercanos, solicitándole al Prelado que aprobara oficialmente dichas manifestaciones y la concesión de indulgencias para fijarlas en la verja. Asimismo, solicitaban que se imprimiera un Quinario a la Cinco Llagas y un día de jubileo en la iglesia de San Cecilio con función solemne y que nombrara una junta o comisión con un presidente y cinco vocales, para atender al culto y solicitar limosnas para el mismo. Era ésta una forma indirecta de solicitar la rehabilitación de la hermandad del Cristo, decaída desde hacía tantos años.

En esta ocasión la petición contó con el apoyo del párroco, don Manuel Maldonado, que aprovechó una visita pastoral del Arzobispo para informarle del asunto, y del gobernador eclesiástico de la diócesis, don Antonio Arce y Peñuelas, que aprueba, de hecho, el culto y manda poner, en noviembre de 1883, un cepo en la verja para recoger limosnas con las que mantenerlo.

No tardó mucho en contestar el prelado granadino, pues el 19 de febrero de 1884 aprueba ese culto público al Cristo de los Favores, recomendando rezar cinco padrenuestros en memoria de las Cinco Llagas del Redentor, que padeció en su Crucifixión; rezar a la Virgen tres avemarías, por las tres horas que estuvo al pie de la cruz, y concedió 80 días de indulgencia a los fieles que arrodillados ante la imagen y con los brazos abiertos las rezaran. También concedió otros 80 días de indulgencia por cada padrenuestro y avemaría rezados de ese modo.

Atendiendo a la formalización y dirección del culto nombró una comisión o junta, presidida por el párroco de San Cecilio y con los señores: Nicolás Palomares, Joaquín López Moreno, Antonio Afán de Ribera, Manuel Gómez Moreno y Joaquín María de los Reyes, además del Secretario de Cámara del Arzobispo, como delegado del mismo.

Verdaderamente, se constituía una hermandad formada por próceres y con un fuerte control eclesiástico, a la que se le pedía una rendición anual de cuentas y se le exigió el cuidado del monumento, restaurando la Cruz y pedestal, y que se labrara una lápida de piedra con las indulgencias concedidas.

Además, restituyó la fiesta religiosa de la Invención de la Cruz del día 3 de mayo, como la tenía la antigua hermandad del Cristo, para celebrarla en la iglesia de San Cecilio y una procesión ese día por la tarde, que iría por los alrededores del Campo del Príncipe, y que haría estación ante el monumento del Cristo, invitando a los vecinos a poner colgaduras e iluminaciones en las fachadas de sus viviendas. Asimismo, se realizaría en la parroquial una víspera por un sacerdote y realizaría con los fieles el Ejercicio de las Cinco Llagas, rezándose cinco padrenuestros y tres avemarías.

Iglesia de San Cecilio, Patrón de Granada

La comisión o junta se reunió por vez primera en el despacho del Secretario de Cámara del Arzobispo el 1 de marzo de 1884, presidida por don Antonio Arce y Peñuelas, gobernador eclesiástico, y actuando como secretario don Joaquín López Moreno y como tesorero, don Nicolás Palomares, con asistencia de los demás vocales, acordándose celebrar las sesiones todos los primeros sábados de mes. También, se solicitó al párroco de San Cecilio, Sr. Maldonado, un presupuesto de gastos para la próxima fiesta del día 3 de mayo y del adorno del monumento. Por el cepo se habían recogido 2.058, 72 reales y una devota había solicitado poner faroles, restaurando a su costa don Nicolás Palomares las manos del Cristo, que estaban deterioradas.

En las sucesivas sesiones se aprobó realizar fotos a la imagen; hacer la lápida, que había ordenado el Arzobispo, y realizar un estandarte con la efigie pintada de la imagen, además de arreglar la reja y dos pilastras rotas, que supusieron un coste de 1.000 reales, contratándose a María Francisca de la Plata para que limpieza el monumento y cuidado de sus luces. A esta señora se le habilitó y reparó una habitación para que en ella guardara la cera y faroles, que servirían a los cultos.

El fervor popular al Cristo, mantenido durante las décadas transcurridas del siglo XIX, había hecho surgir una actividad espiritual y material en torno a su imagen en el monumento, cuyo abandono se había puesto de manifiesto con diversos deterioros en el mismo, que se necesitaban restaurar. La tarea se encomendó a un profesional llamado Ribas o Ribot, cuyo trabajo no resultó demasiado satisfactorio.

En la reunión de 5 de abril de 1884 se comisionó al párroco para que adquiriera una imagen de Dolorosa para las procesiones del día de la Santa Cruz, que iría en procesión hasta el monumento del Cristo de los Favores del Campo del Príncipe. También se acordó buscar personas para que llevaran en la procesión a la Dolorosa y al Cristo de la iglesia de San Cecilio, antigua imagen vicaria de la ancestral hermandad. Las dos imágenes se prepararían en un altar para su traslado procesional, contratándose para la comitiva dos músicas, una de capilla y otra de banda militar, eligiéndose las coplas que se cantarían al rezar la Corona Dolorosa durante el trayecto, y en el Ejercicio de las Cinco Llagas al llegar al monumento. Dicho ejercicio se propuso realizarlo cada viernes por la noche, bajando la parroquia al monumento para rezarlo públicamente.

La procesión se realizó aquel 3 de mayo de 1884, habiéndose adornado el monumento del Cristo con profusión de ramos de flores, de tallos de vegetales y de doce macetas que regalaron los devotos, gastándose en la celebración 1.998 reales y, es de suponer, con la asistencia de una multitud de personas. En esos años, el Ayuntamiento alumbraba la zona con luces de gas para los actos del día 3 de mayo y su víspera.

En la Navidad de ese año 1884 se produjo el terremoto que asoló el sur de la provincia y parte de la de Málaga, determinando el Arzobispo que se realizara en la iglesia de San Cecilio una función con sermón y orquesta en acción de gracias al Cristo de los Favores, por haber librado a la ciudad del mismo, colocándose a la Virgen de la Salud, de gran tradición de rogativas en los episodios de epidemias y otras catástrofes.

También, se instituye en 1886 una misa cantada con capilla de música a celebrar todos los viernes del año ante la imagen del Cristo de los Favores de dicha iglesia y en su capilla. Ese año se consigue del Ayuntamiento que se enlosara la zona de alrededor de la verja del monumento, a fin de que los fieles que quisieran andar de rodillas delante de la imagen no padecieran en esa devota acción.

La euforia con la que se reanudaron las funciones y fiestas en esos años, quedó un tanto apagada unos años después por la disminución de las limosnas y fallecimiento de miembros de la junta, como Nicolás Palomares, Joaquín López Moreno y del arcipreste Arce Peñuelas, al que sustituye don Antonio Carulla. Así, en 1889 y siguientes años, se suprime la procesión con las imágenes de la tarde del día de la Santa Cruz y el proyecto importante de construir un templete neogótico, que sirviera de baldaquino al monumento del Cristo, no se llegó a realizar. Dicho templete fue proyectado en 1884 por el grabador granadino Francisco Casado y Esteve, que ya había realizado el templete que se montó en la Plaza de la Trinidad cuando visitó Granada la Reina Isabel II.

Relegada la actividad por falta de medios a la función del día 3 de mayo, en 1895 se estudia la posibilidad de formalizar la hermandad con hermanos de cuota, a fin de que se pudiera costear el culto, la procesión y otras actividades. De hecho, se acordó formalizarla en 1896, pero en la reunión de ese año se volvió a aplazar, por no haber unanimidad de los componentes de la junta, formada en gran parte por eclesiásticos, que aplazaron de nuevo el acuerdo para 1897, pero partir de ese año no se vuelve a plantear el asunto.

No obstante, la comisión o junta seguía recibiendo algunos donativos importantes como los 669 reales, casi la cantidad que se recogía en el total de limosnas, y otra devota, presentada por el Sr. Gómez Moreno, se ofreció en 1905 para financiar la restauración de uno de los brazos del Cristo que presentaba deterioros. La restauración se realizó en 1907, costeada por la familia de don Luis Moreno.

Todas las creaciones establecidas por el hombre tienen épocas de esplendor y de declive, también ocurre con las devociones, y la del Cristo de los Favores, como hemos visto en esta historia, tuvo años de brillantez, como estos ochenta del XIX, para decaer en los noventa. A partir de 1907, vuelve a avivarse el fervor al Cristo, que, no obstante, a nivel popular seguía siendo relevante. Y será en la segunda década del pasado siglo, cuando llegue a su culmen, al menos en lo referente a las limosnas de los fieles y los cultos que se hicieron con patente brillantez, aunque no se recuperó la procesión.

Quizá, un relevo con nueva “savia” en la junta o comisión hubiera sacado del ostracismo a la dirección, que aunque se renovó por fallecimiento de sus miembros, los que los sustituyeron pertenecían a los mismos estamentos. Un fervor popular, quizá hubiera requerido una dirección, asimismo, popular, como ocurriría al final de aquella década de los años veinte del pasado siglo en que se fundaría la hermandad de penitencia.

No obstante, la comisión se mantuvo, al menos, hasta 1921, siendo de destacar las celebraciones que se hicieron en 1913 con motivo del Jubileo por los 1.600 años de la “Paz del Emperador Constantino”, por la que el mundo romano se convirtió al cristianismo. La junta organizó un Quinario-Misión del 28 de abril al 3 de mayo de ese año, con sermones, rosario, letanía y Ejercicio de la Cinco Llagas, cantándose el Miserere del Maestro Palacios y como final de los cultos, el día 3 de mayo a las siete de la mañana, al Arzobispo, Mons. Meseguer y Costa, celebró una solemne misa de campaña a los pies del Cristo de los Favores del Campo del Príncipe. Por la tarde de ese día volvió a salir en procesión con la imagen del Cristo de la iglesia de San Cecilio, acompañado por la Capilla de Música de la Catedral, para realizar el Ejercicio de la Cinco Llagas.

También, en 1915 se establece un Triduo y Misión a celebrar en San Cecilio ante la imagen vicaria primitiva, que en esos años parece que ocupaba la capilla donde se venera el Crucificado que hoy es titular de la hermandad de penitencia; para cuya capilla, en 1918, se creó por la comisión un fondo para repararla.

Esta Asociación del Cristo de los Favores, como a veces en los documentos se la llama, deja de celebrar sesiones después de 1921. El Cristo de los Favores del Campo del Príncipe volverá a tomar gran relevancia devocional a partir de 1924, cuando el nuevo párroco de San Cecilio, don Ulpiano Montoro, decide cambiar los cultos del día 3 de mayo y el Ejercicio de las Cinco Llagas a los pies del Cristo de los Favores del monumento, para trasladarlo a las 3 de la tarde del Viernes Santo, hora en la que expiró en la cruz Jesucristo.

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