Historia

La década de los años cuarenta

La Guerra Civil finalizó en abril de 1939, pero la Semana Santa no tuvo ese año más acto público y multitudinario que el de las tres de la tarde del Viernes Santo ante el Cristo de los Favores del Campo del Príncipe, al que asistió la Soledad de Nuestra Señora de la Hermandad de Jesús de la Humildad. No había dado tiempo a las cofradías, algunas sin organizarse, a preparar sus estaciones de penitencia. La de los Favores sí celebró su función principal el día 3 de mayo de 1939 y obsequió con un desayuno a los niños de las Escuelas del Ave María de las Vistillas y de la Quinta.

A partir del otoño de ese año las cofradías se aprestan a preparar las procesiones de la Semana Santa de 1940 y la Federación solicitó, por primera vez, licencia para hacer estación en la Catedral, cosa que le fue denegada (12). Ese año el Cardenal Parrado mandó adelantar los horarios, fijándose para la Hermandad de los Favores las 22:00 horas, para iniciar su procesión. Poco a poco, se veían frustrados los iniciales deseos de la cofradía de procesionar en la madrugada.

El Cristo salió sobre las primitivas andas que tuvieron que ser reformadas y reparadas de los destrozos padecidos en esos años de parálisis de la hermandad. El realizador de la reforma fue el ebanista Juan Navarro Jovelley, con taller en la calle del Duende, firmándose el encargo el 28 de enero de 1939. Para este trabajo, también presentó presupuesto el escultor Navas Parejo para enchapar en plata las andas, cosa que, evidentemente, no se realizó (13). Dichas andas, que seguían representando el monumento al Cristo, parece que se habían reducido de tamaño, quizá para poder salir de la iglesia de San Cecilio, y en las que se pusieron sobre la concha del basamento de la cruz dos ángeles portando candelabros.

Martes Santo de 1940. Fot. "Patria"

El Cristo fue escoltado por la Guardia Civil con uniforme de gala, pues en esa primavera había sido nombrado hermano mayor honorario el general Bautista Sánchez. Era una manifestación de acercamiento a los cuerpos y autoridades militares que van realizando las cofradías por esos años.

En ese tiempo, accedió al cargo de hermano mayor, José Medina Rosales, hasta entonces albacea de la cofradía. Los inmediatos y anteriores hermanos mayores poco tiempo habían estado en el cargo. El Sr. Medina Rosales conseguirá en 1941 que la hermandad realizara la estación de penitencia el Jueves Santo, aunque no en la madrugada del Viernes, como era la aspiración primitiva de la cofradía. El Cardenal Parrado, uno de los prelados más intervencionistas en lo relativo a las cofradías, manifestó su deseo de que éstas realizaran sus estaciones siguiendo un orden cronológico de la Pasión de Cristo, quizá el cambio de día pudo deberse a este deseo del Prelado. De ese modo, la hermandad procesionó por primera vez el Jueves Santo, haciéndolo antes de la Cofradía del Silencio, ambas de cuyas imágenes eran Crucificados. Sin embargo, al año siguiente volvió a procesionar el Martes Santo.

El Viernes Santo de 1941, en el acto de las tres de la tarde ante el Cristo de los Favores del Campo del Príncipe, la hermandad organizó un besapies a la imagen del monumento, para el que montó una plataforma con escalinatas de acceso y descenso a los lados para que los fieles pudieran acceder a la imagen. Fue este besapies tan participativo que duró hasta las once de la noche.

A pesar de no contar con imagen de la Virgen el número de señoras, que participaban en la procesión vestidas con la mantilla, era bastante considerable, siendo la que las organizaba la vice-camarera mayor, doña Trinidad Morcillo Raya, reconocida diseñadora, bordadora y profesora de la Escuela de Artes y Oficios, así como hermana de famoso pintor Gabriel Morcillo.

Tampoco, estuvo mucho tiempo de hermano mayor José Medina Rosales, que también lo era de la antigua hermandad de la Purísima Concepción de la iglesia de Santa Ana. Puede que ambos cargos le fueran incompatibles, pues en 1942 deja el cargo que desempeñaba en la Hermandad de los Favores y lo sucede Antonio Arcas Carmona con el Coronel Nestares, como mayordomo mayor, tomando posesión de los cargos el día 6 de enero de 1943. En apenas quince años de vida de la hermandad había tenido nueve hermanos mayores, algunos de ellos habían ejercido el cargo solo nominalmente.

En esa nueva junta se encarga la realización de un nuevo paso para el Cristo al escultor granadino Nicolás Prados López, que había sido discípulo del también granadino, Luis de Vicente, el gran creador de los primeros grandes pasos de Málaga de destacada riqueza ornamental (1922 Esperanza y Nazareno del Paso, 1924) y algunos más. También realizó pasos para la Semana Santa de Cartagena. A Luis de Vicente, que como se ha dicho, diseñó la estética de la Hermandad de la Alhambra, le siguieron otros artistas, entre ellos, aunque más modestamente, Prados López, quizá por el menor potencial económico de nuestras cofradías o por no permitir las puertas de las iglesias granadinas la salida de esos grandes pasos, que en Málaga se montaban en tinglados en calles y plazas y no salían de las iglesias por sus grandes dimensiones.

El "Trono" de Prados López en el diario "Patria"

El paso encargado a Nicolás Prados López no estaría finalizado hasta 1944, y antes, como era costumbre, se dio a conocer al público, exponiéndolo en los salones del Centro Artístico.

Pero para la Semana Santa de 1943 se modifica el hábito de la cofradía, al que se le añade un escapulario color negro, que unos años después se le suprimirá para añadirle una cruz en la parte delantera del capillo. Ese año fue el último que la hermandad procesionó la imagen del Cristo, que había venerado la antigua hermandad en pasados siglos, así como sus antiguas andas; la cofradía, también, había encargado una nueva imagen de Cristo al citado escultor, que salió en el nuevo paso en la Semana Santa de 1944. Prados López va a realizar la nueva imagen del Cristo inspirándose en la del monumento del Campo del Príncipe, imitando su cruz e imagen de tan tradicional devoción. No pereció bien este cambio de imagen a algunos entendidos, como al erudito y crítico de arte, Marino Antequera, que afirmó que el escultor la había realizado “con pie forzado”, es decir, que había seguido instrucciones en ese sentido. Cumplido el encargo del paso, Prados López lo entrega unos días ante de la Semana Santa, el 28 de marzo de aquel año.

La Titular Mariana María Stma. de la Misericordia. Dos imágenes en un mismo año

Antes de aquella Semana Santa, el 16 de febrero de 1944, la hermandad reforma sus reglas o estatutos, que aprobó el Cardenal Parrado, seguramente para incluir en ellos a la imagen mariana, que, desde entonces, será cotitular de la cofradía: María Santísima de la Misericordia, decisión que, al parecer, ya había sido tomada en el otoño de 1943.

La hechura de la imagen mariana fue encargada al escultor granadino Antonio Martínez Olalla. Éste realizó una Dolorosa de vestir con las manos abiertas en actitud oferente y el rostro elevado hacia la imagen del Cristo, quizá propia para ser procesionada al pie de la Cruz del Señor de los Favores. No obstante, parece que existe un documento fotográfico de que aquella Semana Santa de 1944 la imagen de la Virgen de Martínez de Olalla no procesionó en el paso del Cristo, sino en otro con un palio realizado en terciopelo azul, cuyos varales fueron ejecutados por la Fundición Hermanos Carrasco, con taller en la calle realejeña de Santiago (15).

Ambas imágenes se bendijeron el día 23 de febrero de 1944 y presidieron los cultos del Quinario de ese año. La imagen de la Virgen de Martínez Olalla, parece que, tampoco, fue del agrado de Marino Antequera, pues alegaba que la imagen “repetía las actitudes y características de las vírgenes sevillanas”, quizá aludiendo a algunas de éstas, como la Virgen de los Dolores de la Cofradía de las Penas de la iglesia de San Vicente o a Ntra. Sra. de las Aguas, de la Hermandad del Museo, o a alguna otra más.

Virgen de Martínez Olalla y Cristo de Prados López. Fot. Eco de Granada

Ese año, la hermandad hizo su estación de penitencia el Miércoles Santo, día 4 de abril, como cuarta hermandad de ese día, en el que salieron la del Rosario, Cristo del Consuelo “Gitanos” y Cristo de la Expiración “Escolapios”. Probablemente, la aparición de dos nuevas hermandades, la de la Oración en el Huerto de los Olivos y la de la Sentencia, determinó que se reorganizaran en 1944 días y horarios.

La Hermandad del Cristo de los Favores salió a las 9 de la noche, más temprano que en años anteriores, y ,como era usual en aquella época, una banda de cornetas y tambores abría la procesión, que ese año fue la de Artillería. Detrás del paso del Crucificado, que iba iluminado con luz eléctrica (un foco resaltaba la nívea policromía del Cristo), marchaba la Banda del Regimiento de Infantería. Finalmente, el paso de palio de la Dolorosa de Martínez Olalla, a la que acompañaría un nutrido grupo de señoras ataviadas con bordadas mantillas.

Como el año anterior la comitiva procesional bajó por la Cuesta del Progreso a la calle de Ángel Ganivet y Puerta Real, para subir por Reyes Católicos, donde estaba la tribuna, y seguir por la Gran Vía, Cárcel Baja, hacia calle de Elvira, y desde aquí a la calle de la Colcha, entrando en su barrio, El Realejo. A la salida de la hermandad, ésta se dirigió ese año a la calle de Santiago, donde se halla el convento de las Comendadoras de su nombre.

No solo imágenes y pasos estrenó la cofradía ese año de 1944, también la corona de la Virgen, realizada en Sevilla, y que aún se conserva (15), y enseres, como la cruz de guía, labrada en talla calada de madera y sobreplateada, seguramente realizada en el taller de los Hermanos Romero Gamero, profesores de ebanistería de la Escuela de Artes y Oficios de Granada, muy ligados a la cofradía, y cuyo progenitor se había encargado de montar el paso desde los inicios de la hermandad. Asimismo, se estrenó el estandarte y el Senatus, que se bordaron en hilo de plata por las dominicas, y el libro de reglas con pastas en terciopelo y orfebrería -era la primera vez que se procesionaba en una hermandad de Granada-. También, era una de las primeras (tal vez la primera) en seguir patrones sevillanos en su presentación procesional.

La Capilla de Salida

Con el paso de palio y el de considerables dimensiones del Cristo, era imposible salir por la puerta de la iglesia de San Cecilio. Junto al templo, en la parte trasera, existían unos corrales y unas dependencias arruinadas desde la Guerra Civil, que en la antigüedad parece que fue el cementerio de la parroquia. Ese espacio lo percibió la cofradía como idóneo para poder construir una capilla, que les sirviera para poder montar los pasos y salir para su estación de penitencia. Parece que la idea era poderle hacer, también, un acceso desde la iglesia, para que allí las imágenes recibieran culto todo el año, cosa que no fue posible.

En marzo de 1945 ya estaba construyéndose la capilla -un artículo de la prensa así lo afirmaba-, por lo que es muy posible que en la Semana Santa de ese año aún no pudieran salir de ella los pasos, pero, tal vez, se hiciera en la siguiente de 1946. Seguramente, y, entre tanto, los pasos se pudieron montar en un tinglado en la placeta que hay junto a dicha capilla adosada a la iglesia.

Se adquiere la Virgen de la Misericordia actual

Poco duraría en la hermandad la Dolorosa de Martínez Olalla; tal vez, no fue del agrado de los cofrades, y el propio Marino Antequera, refiriéndose al escultor decía, que “no ha sido esta una ocasión propicia para lucir sus cualidades”. No obstante, pienso, que con la limitación que imponen las dos fotografías que se conocen del altar de cultos en el que aparece la imagen, por no ser de primer plano, ésta parece que no presenta tan escasa calidad (después se han realizado para algunas de nuestras cofradías imágenes de menor calidad artística).

Sea el motivo que fuere, pocos meses después de la Semana Santa de 1944, en agosto de ese año, la hermandad ya contaba con la Dolorosa actual. Se adquirió a las monjas clarisas del convento de Nuestra Señora de los Ángeles, sito en la vecina calle de Molinos, imagen que la crítica artística atribuía a la Escuela Granadina y, concretamente, al taller de los Moras. Muchos años después se ha descubierto como su autor a Francisco Morales González (1845-1908), que, efectivamente, siguió los patrones de dicha escuela, como los han seguido otros escultores granadinos del siglo XX. Este descubrimiento se realizó en 1992, al restaurarse la imagen por el sevillano, Manuel Bonilla Cornejo, que apreció en uno de los hombros de la imagen el nombre del escultor y la fecha de su hechura, 1896. Parece que en dicha restauración retiró la firma del hombro y lo repolicromó, pero trasladó la nota al candelero para conservarla.

Convento de los Ángeles

Sobre su origen se ha difundido una historia casi legendaria y que ahora se ha aclarado. Se trata de la adquisición de la Virgen al Convento de los Ángeles, a cambio 19 sacos de trigo durante 1945. La tradición oral, transmitida por algunos directivos de la época, decía que la imagen había sido donada a las monjas por una familia de un militar de apellido Alonso. Conociendo la existencia de esta imagen y la posibilidad de que las monjas la vendieran Ramón Martínez Rioboo, directivo de la hermandad, y antes hermano mayor de la Esperanza, se lo comunicó a los señores Arcas Carmona y Carrasco Jáimez, hermano mayor y secretario, respectivamente, de la Cofradía de los Favores. Éstos acudieron a tratar el asunto con las religiosas de los Ángeles, llegando al acuerdo de adquirirla por precio en especie. La transacción se cerró con la obligación de entregar a las monjas trigo -muy importante en aquella época posbélica de escases-; otra versión expresa que fueron 19 sacos de harina. Fuera de una cosa u otra el pago de la imagen se realizó con dicho cereal, que por lo visto era fácil de obtener al ser algunos directivos de la hermandad, a su vez, del Servicio Nacional del Trigo. Junto a la imagen se adquirió una diadema en plata de ley de 916 mm, realizada a finales del XIX por el taller de los Secano, y una media luna de plata, piezas que la Virgen llevaba y un cajita de alhajas, también perteneciente a la imagen (16).

El laborioso trabajo de los investigadores ha localizado los documentos parecen descartar esta versión y arrojan luz sobre la adquisición. Estos documentos, se conservan actualmente en el Archivo del Monasterio de Santa Isabel la Real, y copia en el archivo de la Hermandad, al haberse cerrado el mencionado Convento de los Ángeles, popularmente conocido como el de las Vistillas. Se trata del Libro de actas de la Comunidad de Religiosas.

Documentos

Son dos interesantes actas las que nos ofrecen los datos necesarios para identificar el origen de esta Dolorosa. El primero tiene fecha de 29 de enero de 1945. En él, la Abadesa Sor Mercedes del Castillo, relata la visita de unos señores “conocidos de la casa” que tenían la intención de comprar dicha talla que donó a la Comunidad Dolores Torres de Agrela, que residió en este convento pese a su condición de laica. El mismo documento la define con el título que habitualmente tenían estas mujeres: “señora de piso”. El asunto se somete a votación secreta y se aprueba por unanimidad su venta. La intención de los compradores era “hacerle una capilla en la Parroquia de San Cecilio y ponerla a la veneración de los fieles”, al mismo tiempo que ellos donaban a las religiosas otra imagen de la Virgen.

El segundo documento ya formaliza la compra y está fechado el 3 de marzo del mismo año. Se reflejan en él tres tasaciones. Una efectuada por el alcalde, Antonio Gallego Burín, que la valoraba en 2.000 pesetas, otra de Rafael Campos que fija la cantidad en 2.500 pesetas y la tercera realizada por el periodista Marino Antequera que lo hacía en 3.000, pero añade que se pidan cinco “por ser capricho” Este fue el precio que finalmente se pagó por los hermanos de los Favores y el destino, según se recoge en este documento fue “gastarlas en reformar la Iglesia”.

La Virgen parece que tenía originalmente las manos entrelazadas y se le cambiaron por las que realizara Martínez Olalla para la Dolorosa que fue sustituida por ésta. Quizá este cambio de manos se realizaría en una elemental intervención de la imagen, que hicieron los hermanos Romero, y que consistió en ponerle más altura al candelero desde la cintura, ya que las parte superior estaba tallada (17).

En los meses posteriores se preparó el paso de palio donde iba a procesionar la Virgen en 1945, que lo hizo en la misma parihuela que había realizado Martínez Olalla para la anterior imagen. Un respiradero para el paso se hizo, también, ese año en metal cincelado o de filigrana, de formato estrecho y rectangular, así como, diez jarras, doce violeteras y los dos candelabros de cola de los de guardabrisas, tallados en madera y dorados. Asimismo, en la mesa de altar llevaba una reliquia del Patrón de Granada, San Cecilio, sin que el diario Patria, que fue el que dio la noticia, dijera en qué consistía. Este diario ya fijó en ese tiempo, curiosamente, la fecha de fundación de la hermandad en 1682, lo que nos indica que entonces tenían alguna noticia de su antigua cofradía. También, llevaba los varales del año anterior, así como el palio de terciopelo azul, al igual que los faldones.

La Virgen de la Misericordia fue vestida por Jesús Muro con saya de moaré blanco bordado y cintillo dorado con pedrería, y un rostrillo de tul, cubriéndose la imagen con una mantilla blanca a modo de toca. La estética del paso de palio sevillana se estaba imponiendo en Granada, especialmente por las hermandades de los Favores y de la Sentencia.

La Cofradía salió ese año el Miércoles Santo, como el año anterior, a las ocho y media de la noche -seguía adelantando su horario con respecto a años anteriores-, para hacer igual itinerario que en 1944. Los años siguientes los empleará la hermandad en formar el paso de la Virgen con bordados y orfebrería. También, se reformó en ese tiempo el escudo de la cofradía, que consistía en un ovalo formado por una ráfaga solar, que enmarcaba la cruz de los Favores y, a sus lados, una granada, el báculo y la mitra, en alusión al primer obispo de Granada, San Cecilio.

El hermano mayor de la hermandad, Francisco Antonio Arcas Carmona, era vicepresidente de la Federación de Cofradías, cargo del que dimitió, al hacerlo su presidente, Félix Infante Vílchez. Justificó su dimisión, por el desacuerdo con algunos hermanos mayores, que criticaron el haber negociado una rebaja del donativo que daba el Ayuntamiento a la Federación a cambio de un donativo de igual cuantía. No obstante, formó parte de la comisión que creada en 1947, junto al Presidente y Vicepresidente de la Federación, para pedir al Vicario General la licencia para la entrada en la Catedral de las cofradías, cosa que por segunda vez les fue denegada. En esta ocasión la negativa se pudo deber al enfado del consiliario de la Federación, Monseñor Fernández Arcoya, contrario a la entrada en la Catedral de las cofradías.
Ese año, el Arzobispo Parrado asistió a la función principal de la hermandad, para la que se montó un espléndido altar de cultos. Ésta, también, llevó al Campo de Príncipe a las tres de la tarde del Viernes Santo, al Crucificado antiguo de la primitiva cofradía para realizar el besapies a dicha imagen. Las dificultades de hacerlo con el Cristo del Monumento por la altura de su situación, aconsejo realizarlo con dicha antigua imagen, acto que seguiría realizándose en los siguientes años.

En 1946 se cambia la toldilla del palio por una de maya bordada por el bordador sevillano Leopoldo Padilla, firmándose el contrato en febrero de 1946. No la terminó de bordar y ese año salió la Virgen en la estación de penitencia con un “gloria”, que representaba un corazón llameante, y unas estrellas bordadas repartidas por el techo; las bambalinas delantera y trasera de maya, llevaban bordado el escudo de la cofradía. Al año siguiente (1947) se bordaron completas dichas bambalinas y también las laterales, que en esta ocasión las realizaron las monjas dominicas. Ese año será el último en el que la hermandad realice su estación de penitencia el Miércoles Santo. La hizo oficialmente en ese día durante cuatro años (1944-1947), aunque, verdaderamente en 1947 por presentarse la lluvia el Miércoles Santo, aplazó su salida al Jueves Santo.

Ese año de 1947 la cofradía salió aún más temprano, a las seis de la tarde, y al pasar por la calle de Santiago paró el paso de palio ante el convento de las Comendadoras, que entonaron una salve a la Virgen de la Misericordia, siguiendo después el itinerario, que fue el mismo de años anteriores. También, al llegar de regreso a su templo, se acercó hasta el convento de los Ángeles, donde se le había dado culto a la imagen de la Virgen hasta que la adquirió la cofradía; el motivo fue que la contemplaran y le rezaran las monjas franciscanas.

Ese año, la Virgen estrenaba una saya de tisú dorado bordada en oro, una daga de plata y pedrería, más seis ciriales e incensarios. El Cristo de los Favores llevó en el paso una reliquia del entonces Beato Antonio María Claret, cedida por los religiosos claretianos que regían entonces la parroquia de San Cecilio.

Entre otros acontecimientos, en octubre de ese año, se celebró el Dogma de la Asunción de la Virgen con una procesión extraordinaria en la que se llevó a la imagen de este título de la iglesia de Santa Ana sobre el paso de la Virgen del Rosario, que le realizó Prados López. La Hermandad de los Favores, que tenía por precepto reglamentario la defensa del Misterio de la Asunción, colaboró sufragando el exorno floral del paso (18).

La nueva imagen del Cristo de los Favores

1947, finalizará con un hecho de gran relevancia: la adquisición de la que es actual titular de la hermandad. Había entrado en el cargo de hermano mayor, Francisco Carrasco Jáimez, que sucedió a F. Antonio Arcas Carmona. El nuevo hermano mayor, junto con Francisco Muro, estaban realizando la búsqueda y gestiones para adquirir una nueva imagen de Cristo Crucificado, y con él sustituir el que hiciera Prados López unos años antes. La nueva imagen del Cristo fue hallada en el Beaterio de Santa María Egipciaca, que estaba en la calle de Recogidas, lugar en el que en siglos anteriores se “arrecogían” mujeres “descarriadas” (allí estuvo presa Mariana Pineda) para su rehabilitación social. Entonces el Beaterio y su iglesia, hoy desaparecidos, estaban ocupados por las Carmelitas Misioneras con las que se llegó a un acuerdo transaccional por el precio de 12.000. Ptas., formalizándose escritura de compra ante el notario sustituto Moscoso Ávila, según testimonio de un directivo de la época.

Se trataba de una imagen de finales del siglo XVI o principios del XVI, que la opinión artística de entonces atribuía al discípulo de Diego de Siloé, Baltasar de Arce, y con esta creencia se llegó a finales del siglo XX. El interés de algunos cofrades por las imágenes de nuestra Semana Santa ha hecho que se tome interés por la autoría de esta imagen, valorando sus características artísticas, pues Gómez Moreno, ni siquiera nombra a este Crucificado en su Guía de Granada, y Gallego y Burín solo hace referencia a “un crucificado en el coro del siglo XVI, sin que sepamos si, verdaderamente, se refiere a éste o a cualquier otro. En publicaciones más modernas, como la de Martínez Medina en 1989 en una fotografía de su obra Cultura religiosa en la Granada renacentista y barroca, aún lo asigna a Baltasar de Arce, escultor que falleció en 1564, cuando aún no existía interés en Granada por el naturalismo.

En definitiva, no ha habido un estudio significativo sobre esta notable imagen por parte de los expertos en arte, de modo que algunas referencias de éstos a a esta talla han ido a remolque de las opiniones sobre su autoría vertida por cofrades en algunos artículos y coloquios, en los que ya se barruntaba, que los grafismos escultóricos que presenta la imagen de este Crucificado la sitúan en el entorno del maestro Pablo de Rojas. Así, se manifestó, ya en 2003, en mi trabajo sobre la historia de esta hermandad, dentro de libro Setenta y cinco años de Favores (19).

Una vez adquirida la imagen, se depositó en la capilla externa que había construido la hermandad para que el escultor Espinosa Cuadros -hay otros que estiman que fue Roldán de la Plata-, le realizara un trabajo de restauración de algunos desperfectos en las manos y en la tibia de la pierna derecha.

Con aquella somera intervención, la imagen salió en la Semana Santa de 1948, habiéndose tenido que alargar el paso 50 cm. por José Luis Ruiz Cobo, que hizo en las esquinas unos adornos. Ese año la cofradía salió el Jueves Santo, día en el que realizó su estación de penitencia durante bastantes años más, junto a la de Ntra. Sra. de las Angustias de Santa María de la Alhambra y a la del Cristo de la Misericordia del Silencio.

La cofradía fue una de las pocas en organizar tertulias entre sus cofrades (también la del Silencio) en los años cuarenta. En el caso de esta hermandad se reunían en al Centro Artístico de la calle de Mesones, que estaba en el edificio del Café Suizo. Allí intercambiaban ideas y pareceres los últimos hermanos mayores y directivos, como los señores Arcas Carmona, Carrasco Jáimez, Francisco Muro, Martínez Rioboó, Villarejo, Manganell…etc. Fruto de las mismas fue haber transformado la cofradía con el gran esplendor que en esos años presentaba; si bien, se diluyó el carácter de severidad y granadinismo que le quisieron imprimir sus fundadores, para acercarse, cada vez más, a la estética sevillana. En aquellos años hacían de capataces o, más bien, mayordomos de paso, Mariano Díaz de Tejada, en el del Cristo, y Eduardo García Sánchez, en el de la Virgen.

Siguiendo esta esa estética, en la Semana Santa de 1949 al Cristo se le suprimió la corona de espinas de metal, para realizarle unas ráfagas o potencias de plata sobredorada, que le labró el orfebre granadino Antonio Salazar, que, también, hizo ese año para la Virgen de la Misericordia una nueva corona en plata de ley, en la que mezcló los estilos gótico y renacentista, y con un recamado nimbo inspirado en la rejería andaluza del siglo XVI, que rodeaban las ráfagas y las clásicas estrellas. Pieza de una gran originalidad para aquella època, que la Virgen ha lucido (con ciertas reformas) en las procesiones hasta hace no muchos años. La pieza se expuso en el Centro Artístico antes de imponérsela a la imagen. También ese año la cofradía estreno el libro de reglas con tapas en plata de ley, realizada, también, por el orfebre Antonio Salazar.

El 27 de febrero de ese año (1949) le fue impuesta dicha corona por Monseñor Fernández Arcoya, consiliario de la Federación de Cofradías y Prelado Doméstico de Su Santidad, en solemne función religiosa celebrada en San Cecilio, siendo padrinos Mariano Pertíñez de Tejada y su esposa Teresa Cardenete Jerez. A la Virgen se la atavió ese día con el manto de la Ntra. Sra. de la Salud, que como se ha dicho, era imagen de antiquísima hermandad y devoción en dicha iglesia y del Barrio. Al final de la ceremonia se entonó el Te Deum y las campanas de los seis conventos del Realejo tocaron a rebato. Después, en la Placeta de la iglesia se celebró una comida de hermandad con los niños de la feligresía, que consistió en una paella, realizada por las monjas (20).

Los trabajos de orfebrería en el paso de la Virgen se seguirán realizando por Antonio Salazar, al que se le habían encargado los respiraderos en alpaca plateada, que constituyeron una verdadera obra de filigrana orfebre, así como, las jarras de entrevarales y las violeteras delanteras. Todo este trabajo lo fue realizando entre los años 1948 y 1952. Paralelamente, la Hermandad de la Sentencia, la otra corporación granadina que imprimía un carácter sevillano a su presentación externa, realizó en ese periodo la orfebrería del paso de palio de María Stma. de las Maravillas. En Granada, hasta ese momento, los respiraderos se realizaban en madera tallada y dorada con hechura barroca (era una excepción el paso de Santa María de la Alhambra, que estrenó la orfebrería del mismo en estilo nazarí en 1931). Estas dos hermandades serán las que introdujeron las formas sevillanas en la Semana Santa granadina.

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